La temporalidad en el relato y en la novela
[RECETAS EXPRESS PARA MEJORAR NUESTROS RELATOS, LXXXIX]
Os recomiendo que, en los relatos breves, no plasméis periodos de tiempo demasiado extensos. Si me apuráis, procurad no pasar de unos meses. Y si veis en vosotros tendencia a extender demasiado las historias en el tiempo, restringíos más todavía. Tratad de escribir relatos que transcurran en un día, o en unas horas.
Si pretendemos contar toda una vida en dos folios, habremos de recurrir necesariamente al resumen para hacerlo, lo que implica una visión de los hechos muy somera y muy parcial, en función de los detalles que elija el narrador. Y los relatos se construyen principalmente con escenas, en que podemos ver cómo los personajes se mueven, qué dicen, cuáles son sus reacciones ante lo que hacen o dicen los demás, si les gusta el café con poca leche y la forma que tienen de encenderse el cigarrillo.
No todas las historias que abarcan una temporalidad extensa han de ser escritas en forma de novela, pero habría que buscar una fórmula narrativa que nos permita mostrar la historia sin tener que explicarla. Esa es la dificultad con la que nos encontramos, más que la del tiempo propiamente dicho. Podemos usar recursos poéticos, símbolos, la voz narrativa, etc. para contar en muy poco espacio una historia de temporalidad amplia, pero hay que ser muy buen escritor.
Por otra parte, los argumentos de novela no son solo aquellos en los que transcurre mucho tiempo, sino en que la progresión del conflicto es larga y gradual. Si para entender el conflicto de un personaje que tiene sesenta años necesitamos recorrer su vida desde los veinte e ir experimentando sus sucesivas etapas vitales... entonces lo más posible es que nos encontremos ante un argumento de novela.
0 comentarios