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En algún momento tenía que decírtelo

El pueblecito galo

Estamos comiendo Elmo, Ari y yo.
—Mamá, tráeme una servilleta —me dice Elmo.
—Ve tú a por ella —le digo.
—Las mujeres tienen que hacer las cosas —afirma, muy convencido.
—Pero bueno, ¿dónde has oído tú eso? —le pregunto, escandalizada.
—En Astérix y Obélix.
—Me parece a mí que vamos a dejar de leer Astérix y Obélix, entonces...

Elmo apoya la barbilla en la mano y dice, melancólico:
—¡Cómo me gustaría haber nacido en el pueblecito galo!
—¿Y eso? —le pregunto.
—Para poder ser un bruto... —dice, levantándose a por la servilleta.

4 comentarios

dedal0 -

Hola Isabel,

Me encanta tu blog.

Teresa -

A él le gustaría ser un bruto y que una mujer le sirviera, como a la mayoría de los hombres, jaja, aunque algunos traten de disimularlo.

Isa -

Vaya, Eloy, qué bonito... :-))) Te voy a contratar para los días en que no se me ocurra nada ;-)

Besazos brutos, soleados,

Isa

Eloy -

Hola, Isa.

Recuerdo que un sábado —el sábado de carnaval— me encontré a Germán y los niños en la Escuela. Para los que no conozcan a tus hijos, diré que parecen “dibujitos” sacados de un cuento, una modalidad de “principitos”, muy parecidos los dos, a distinta escala. Además, adicto como soy a estos relatos que cuelgas en tu blog, cuando me encuentro con Elmo y Ari es como encontrarme con mis superhéroes favoritos, que me golpean tiernamente con sus puños mínimos.
Pues bien, ese día estaban mis dos superhéroes en la sala del piano, y Ari aporreaba las teclas con un énfasis digno de Thelonious Monk.
—Mola un montón lo que estás tocando, Ari —le digo.
—Sólo sabe tocar eso —se apresura a decirme Elmo. Y luego, como un publicista consumado que te aparta de la competencia, me dice:
—Mira, yo he hecho un dibujo allí, en la pizarra —y señala con su dedo embaucador la pizarra velleda.
Me acerco y descubro, en una esquina de la pizarra, el dibujo de un pueblecito, con su sol, sus nubes y sus pajarillos volando.
—Mola también tu pueblo, Elmo —le digo.
—No es un pueblo. Es un poblado galo —me dice, como si yo fuera un tonto que no reconoce lo evidente.
Y ahora que te leo, Isa, he recordado ese poblado y me imagino a sus habitantes, brutos y felices, con su pianista y su narrador de historias, mis superhéroes.

Besos a los tres.

Eloy