El pueblecito galo
Estamos comiendo Elmo, Ari y yo.
—Mamá, tráeme una servilleta —me dice Elmo.
—Ve tú a por ella —le digo.
—Las mujeres tienen que hacer las cosas —afirma, muy convencido.
—Pero bueno, ¿dónde has oído tú eso? —le pregunto, escandalizada.
—En Astérix y Obélix.
—Me parece a mí que vamos a dejar de leer Astérix y Obélix, entonces...
Elmo apoya la barbilla en la mano y dice, melancólico:
—¡Cómo me gustaría haber nacido en el pueblecito galo!
—¿Y eso? —le pregunto.
—Para poder ser un bruto... —dice, levantándose a por la servilleta.
4 comentarios
dedal0 -
Me encanta tu blog.
Teresa -
Isa -
Besazos brutos, soleados,
Isa
Eloy -
Recuerdo que un sábado el sábado de carnaval me encontré a Germán y los niños en la Escuela. Para los que no conozcan a tus hijos, diré que parecen dibujitos sacados de un cuento, una modalidad de principitos, muy parecidos los dos, a distinta escala. Además, adicto como soy a estos relatos que cuelgas en tu blog, cuando me encuentro con Elmo y Ari es como encontrarme con mis superhéroes favoritos, que me golpean tiernamente con sus puños mínimos.
Pues bien, ese día estaban mis dos superhéroes en la sala del piano, y Ari aporreaba las teclas con un énfasis digno de Thelonious Monk.
Mola un montón lo que estás tocando, Ari le digo.
Sólo sabe tocar eso se apresura a decirme Elmo. Y luego, como un publicista consumado que te aparta de la competencia, me dice:
Mira, yo he hecho un dibujo allí, en la pizarra y señala con su dedo embaucador la pizarra velleda.
Me acerco y descubro, en una esquina de la pizarra, el dibujo de un pueblecito, con su sol, sus nubes y sus pajarillos volando.
Mola también tu pueblo, Elmo le digo.
No es un pueblo. Es un poblado galo me dice, como si yo fuera un tonto que no reconoce lo evidente.
Y ahora que te leo, Isa, he recordado ese poblado y me imagino a sus habitantes, brutos y felices, con su pianista y su narrador de historias, mis superhéroes.
Besos a los tres.
Eloy