Estética mal conjugada
Los niños han llegado de Asturias hace un rato. Una semana sin verlos es suficiente para percibir los cambios que el día a día borra de la percepción.
Mientras cenan, me quedo mirando a Ari. Tiene cara de sol.
—Estás guapísimo —digo, cogiéndole las mejillas—. Y has engordado.
Inmediatamente, Elmo se levanta de la silla, se planta frente al espejo, se palpa la barriga con preocupación y dice:
—Sin embargo yo he aflacado.
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